lunes, 19 de agosto de 2013

26/07/2013 COLONIA SANT JORDI - CALA FIGUERA (13nm con viento fuerte de proa)




Como casi cada día nos despertamos sobre las 09:00, desayunamos y nos preparamos para proseguir nuestro camino.
Era temprano y el viento ya soplaba con ganas. El viento nos daba de costado y nos iba a dificultar la maniobra de desamarre. Le pedí a la almiranta que se sujetara al barco de estribor para que el viento no nos echara encima del barco de sotavento. La grumetilla Lidia se encargaba de desamarrar, la almiranta en barlovento aguantando el barco, tota que soltamos amarras, doy atrás, la almiranta no tarda en soltarse del barco de barlovento, doy a toda máquina para salir antes de que el viento nos lleve contra el barco de sotavento, y cuando parece que lo he conseguido, el barco gira de golpe y se frena, había conseguido salir sin tocar los barcos, pero me había enganchado la orza en el muerto del barco de sotavento. Así que no pude evitar que el barco se fuera de costado contra las popas de los barcos amarrados. Conseguí que no golpeara contra ninguno. La almiranta se subió a uno de los barcos y aguantaba la proa, puse defensas en el costado y la grumeta con el bichero mantenía a ralla la cola de un fueraborda que amenazaba con rallar todo el lateral de mi pequeño barco. Yo intentaba sin éxito soltarme del muerto, de hecho estaba ya suelto pero me había quedado empotrado contra los barcos del pantalán y no sabía cómo salir. Tranquilo, no te pongas nervioso, piensa!!! De repente veo que pasa una neumática grande con un motor potente mirando con cara de no entender que hacíamos, y le pedí ayuda, para que me remolcase alejando la proa y así poder salir. El hombre accedió amablemente, le pasé un cabo, lo amarré a la cornamusa, me fui al timón y en un momento habíamos salido del embrollo... buff que alivio.
Eso solo había sido el primer aviso de lo que nos esperaba ese día. Total que salimos de puerto, izamos la mayor, y ponemos rumbo al cabo Salinas. El viento nos venía casi de frente, así que motor y mayor y para adelante. El viento cada vez soplaba con más ganas, cada vez que la racha solapaba el barco escoraba, y yo tenía que ir con la escota de la mayor en la mano cazando y amollando según cargaban las rachas. El fuerte viento nos impedía avanzar, teníamos que ir haciendo pequeños bordos, y la corredera no pasaba de 2,5 Kn. A medida que nos acercábamos al cabo salinas, las olas eran cada vez más grandes y el viento era más fuerte. La grumetilla estaba asustada, llorando a mi lado en la bañera. La almiranta dentro mareada como una sopa, y la otra grumetilla tan tranquila tomando el sol. Poco a poco conseguí llegar al cabo salinas con la esperanza de que al doblar el cabo, no tendría el viento tan de frente, y esperando a que bajara. Pero al doblar el cabo vi que el viento doblaba el cabo en dirección inversa a la mía, y que seguía teniendo el viento de morros. Conseguí entretener a la grumetilla cantando canciones y contando chistes, y poco a poco se fue acostumbrando a la escora y las olas.



La idea para ese día era pasar el día en Cala Santanyí y dormir en Cala Figuera, pero las condiciones atmosféricas hacían imposible el fondeo en Cala Santanyí, así que capeando el temporal conseguimos llegar a Cala Figuera. Un pequeño puerto, sin playa, donde el amarre de transeúntes está por fuera de la escollera, lo que suponía un peligro con el mar que había ese día. Llamé por radio y el marinero me hizo amarrar dentro, en el muelle de pesca, y me dijo que como al día siguiente la flota pesquera no trabajaba, podría dormir abarloado a un pesquero, de esa manera el barco estaría a resguardo de las olas y el mar.





Al tocar tierra, la almiranta se bajo rápidamente, la embriaguez de la magia de cabrera había desaparecido por completo, y la persona que bajo del barco era totalmente distinta a la que había subido esa mañana. Estaba tan mareada y se encontraba tan mal que parecía poseída, decía que no se sentía las piernas, y que quería ir a un médico a tomarse la tensión. Fuimos a dar un paseo a ver si se le pasaba, paramos a tomar algo, pero estaba de muy mal humor, no quería beber, quería comer... Al final nos volvimos al puerto  nos duchamos y fuimos a comer algo. Poco a poco la almiranta volvió en sí, volvió a ser persona, aunque seguía malhumorada...
Comimos en un italiano, y nos pusimos las botas. Después de comer, ya estaba de mejor humor, así que como en cala Figuera no hay nada que hacer, nos cogimos un taxi y nos fuimos a pasar la tarde a Cala Santanyí:




 
Las grumetillas y yo disfrutamos bastante bañándonos y tirándonos al agua desde una de las plataformas. Esa tarde lo pasamos bien. A la vuelta de Cala Santanyí se volvió a torcer el día. Llamamos a un taxi que no vino, y finalmente volvimos andando (30min).



Llegamos al barco y nos dimos cuenta que la Lidia había perdido la tarjeta de los servicios. La almiranta se ponía mala solo con la idea de volver a subir al barco, encima se puso de mas mal humor por el tema de la tarjeta, la grumetilla preocupada porque nos iban a reñir por haber perdido la tarjeta... en fin esa noche fue la peor, tanto que me puse a buscar vuelos de vuelta, para mandar a la tripulación de vuelta a casa en avión. La grumetilla lloraba, no se quería ir en avión, la pobre estaba disfrutando mucho en las calas, con los peces y durmiendo en el barco... no se quería ir, y no quería que su madre se fuera... pero yo estaba seguro que sería lo mejor, mandar a la almiranta de vuelta a casa en avión, ya que no estaba disfrutando ni dejaba disfrutar a los demás... y la otra grumetilla, la pobre Lidia estaba triste porque echaba de menos a su noviete... en fin... ese día me costó dormir, y busqué un hotel barato en Cala d'Or donde habíamos estado en el 2009. Si estaba tan agobiada del barco, pues lo mejor era que se fueran a un hotel. Finalmente me quedé dormido... triste, pero dormido. 




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