lunes, 19 de agosto de 2013

29/07/2013 CALA D'OR - CALA MITJANA - PORTOCOLOM (5nm)


Después de dos días sin navegar, llegó  el momento de proseguir la marcha. Por fin parecía que el viento había desaparecido, y volvíamos a tener mar plano. Salimos de Cala d'Or, y nos dirigimos a una pequeña cala cercana, Cala mitjana. 





Como llegamos temprano apenas habían barcos fondeados, por lo que pudimos elegir un buen sitio donde tirar el hierro, en una esquinita, cerca de las rocas.



La cala era muy pequeña, pero el lugar era precioso. Había una casa grande, con todo de jardín, y en la cala una casa más pequeña y una caseta. Por lo visto era una cala privada, pero que los propietarios compartían con la gente. Debajo de la casa grande había un pequeño embarcadero.
Nos dimos un bañito al lado del barco, y luego convencí a la almiranta para bajar a la cala con la auxiliar.






Una vez en la calita la almiranta fue a preguntar a la gente que cuidaba el lugar, y le informaron de que la cala pertenecía a una adinerada familia, que tenían negocios relacionados con la banca.
La almiranta se fue a dar un paseo, y yo me quedé en la pequeña cala haciendo castillos de arena blanca con la pequeña Anna.
Al cabo de un rato volvimos al barco y seguimos bañándonos y buceando viendo peces.
Poco a poco la cala se fue llenando, y pude observar que la mayoría de las embarcaciones fondeaban y se amarraban con un cabo por popa a las rocas, por lo que yo hice lo mismo, para evitar un posible borneo si cambiaba el viento.




Antes de comer, hicimos un poco de aperitivo y echamos una partidita al rummy.




Después de comer, echamos una siesta, y seguimos con nuestros bañitos y buceos en la preciosa cala, y a media tarde recogimos, levamos ancla y nos fuimos a nuestro siguiente puerto, Porto Colom.



Al llegar llamamos por radio y el marinero me indicó que amarrara en el primer hueco que viera en el pantalán flotante. No pudo venir a ayudarnos porque acababa de entrar la flota pesquera y estaba ocupado. Amarramos sin problema y como siempre, la almiranta salió disparada nada más tocar tierra. Así que fuimos todos a dar un paseo por el pueblo y a tomar algo fresquito.
Volvimos al puerto, nos duchamos y nos vestimos para ir a cenar a un restaurante. El paseo marítimo estaba lleno de restaurantes, un poco caros, así que decidimos ir hacia la parte antigua del pueblo a cenar. Nos recorrimos el casco antiguo, pero no habían restaurantes, eso sí, el pueblo era precioso.






Al final decidimos ir al otro lado del pueblo, una buena caminata, pero valía la pena, porque había una pequeña feria y bares más normales donde comer algo. Al final nos sentamos en un bar de tapas, y pedimos la bebida y unos bocadillos para las niñas, y unas tapas para nosotros. A la hora de pagar, resultó que no se podía pagar con tarjeta, y yo me había dejado la cartera en el barco, por lo que me toco pegarme una carrera de un par de km para ir al barco a buscar la cartera. Después de cenar, volvimos al barco estuvimos charlando un rato con el vecino de amarre, y nos fuimos a dormir ya que estábamos cansados.

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