Esa noche dormimos bastante mejor que la anterior, esta cala
está mucho mas resguardada de las olas que la cala Sa Nau. Desayunamos algo y estuvimos dando de comer a los peces:
Después nos fuimos a la cala a tomar el sol un rato antes que la cala se llenase.
Nuestro vecino francés puso otro cabo por popa y aseguró su
ancla, y nos comento que esa noche entraría viento fuerte del norte. Por suerte
nosotros teníamos amarre reservado en PortoPetro.
Poco a poco fueron llegando barcos: lanchas, llauts, veleros…
y cada uno fondeaba donde podía.
Nos estuvimos bañando y buceando por la cala:
A media mañana el viento empezó a soplar. Yo estaba tomando
el sol y vigilando de vez en cuando, cuando de repente me doy cuenta de que mi
barco se ha movido y está peligrosamente cerca de las rocas. Rápidamente se lo
digo a Mónica, y me tiro al agua y voy nadando hasta el barco. Nuestro amigo
francés estaba en el agua y me dijo que mi ancla había garreado. No me lo puedo
creer, si estaba muy bien clavada y llevaba mas de un día ahí sin moverse.
Estoy casi seguro que algún barco de los que fondeó delante del mio cruzó su
fondeo con el mío y al irse me lo levantó! El caso es que el barco estaba ya a
menos de 2m de las rocas. Me subí al barco, arranqué motor y tiré un poco para adelante.
El francés se ofreció a ayudarme, y primero le dije que no hacía falta pero
enseguida me di cuenta de que yo solo no podía levantar el fondeo, y estar al
timón, así que le pedí ayuda y entre los dos intentamos volver a asegurar el
fondeo. A la primera no lo conseguimos, pero a la segunda el ancla agarró. En
medio del follón pude ver que mi barco no era el único con problemas. Entraban
fuertes ráfagas de viento y varios barcos empezaron a garrear y a ‘chocar’ unos
con otros. El resto de la tripulación llego con la auxiliar, y se subieron al
barco a ayudar.
El francés nos dijo que el ancla estaba bien agarrado, que
no nos preocupáramos, pero viendo los problemas de los otros barcos, y temiendo
que la cosa fuera a peor decidimos irnos a comer a PortoPetro ya que teníamos
el amarre reservado.
Nos despedimos de nuestro amigo francés, y cuando nos íbamos
nos hace señas avisando que nos dejábamos el cabo de amarrar por popa. El buen
hombre vino nadando hasta el barco y nos lo trajo…
Nos fuimos de la cala dándole mil gracias al francés, y
huyendo de la que se podía liar con tanto barco y tanto viento…
Enseguida llegamos a PortoPetro, pero Marta, la encargada de
PortsIB, no estaba, me había llamado para preguntar a que hora llegábamos y me
había dicho que ella llegaba a las 17:00. Vimos un velero amarrado, y les
pedimos que apartaran la auxiliar para amarrar al lado, y nos dijeron que ahí
no podíamos, que ese era el sitio del StarFish (barco que pasea los turistas
por las calas). Nos dijeron que había solo un amarre libre que era el nuestro,
y enseguida lo vimos, con un cartel que ponía ‘Reservado PortsIB’. Amarramos
solitos, sin problemas y nos fuimos a comer a un restaurante del puerto.
Estábamos comiendo en la terraza del puerto, cuando de repente
el viento empezó a subir. Empezaron a volar servilletas, a caer cubiertos y
copas. El cielo se fue poniendo negro, y decidimos coger los platos y terminar
de comer en la terraza de dentro, que estaba cubierta.
Al cabo de un rato empezó a llover y soplar un viento
huracanado, y nosotros comiendo tranquilamente en el restaurante… que suerte tuvimos…
Después de comer, nos pegamos una ducha (con la manguera en
la bañera del barco, ya que en PortoPetro portsIB no tiene servicios), y fuimos
a pasear por el pueblo.
Compramos algo para cenar, y nos fuimos a cenar al
barco y a dormir.
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